Como referencia de buena administración, mencionó el caso del Leprocomio de Nigua, liderado por Sor Helen, y el hospital Padre Billini, bajo la dirección de Sor Trinidad Ayala. Estos centros, administrados por religiosas, sobresalen por su limpieza y orden, lo que contrasta con el estado de otros hospitales públicos en el país.

Acosta fue aún más crítico al recordar que el alejamiento de las religiosas de las administraciones hospitalarias, motivado por disputas en el pasado, dejó un vacío que no ha sido llenado por las autoridades designadas en las últimas décadas. Reiteró que esta decisión histórica debe quedar en el olvido y sugirió que el gobierno adopte "un nuevo camino" para enfrentar la evidente crisis en la gestión hospitalaria.

La solicitud del líder de la UDC pone en evidencia las serias deficiencias del sistema de salud bajo la administración de Abinader, caracterizado por quejas constantes sobre descuido, falta de recursos y un manejo ineficiente de los hospitales públicos.

La propuesta de recurrir a religiosas no solo refleja una falta de confianza en los funcionarios actuales, sino que también señala el fracaso del gobierno en implementar soluciones estructurales y sostenibles para garantizar un servicio de calidad a la población.