Originaria de República Dominicana, llegó a la Argentina en busca de un futuro mejor para ella y su hijo Wilmer, a quien años después logró traer al país. Hoy, él juega en la primera división de rugby del Club San Luis, otro ejemplo de superación en la familia. En Argentina, Mercy conoció a un hombre con quien formó una nueva familia y tuvo dos hijos más.

Sobre su experiencia en el fisicoculturismo, destaca que, a pesar de ser un deporte muchas veces desprestigiado, ofrece un entorno humano muy cálido y contenedor. "La calidad humana que te ofrece es muy linda", afirma.

Su propósito va más allá de lo personal: busca ser inspiración para otras mujeres, especialmente aquellas que se encuentran en casa y necesitan reencontrarse consigo mismas. "Quiero influir en esa mujer común para que no se descuide y aprenda a quererse", sostiene.

En su tiempo libre, disfruta viajar, compartir un asado o simplemente tomar un café en un lugar que le transmita paz. Lo que más la motiva es el cambio, lo nuevo, y también poder ser una influencia positiva en la vida de sus hijos. "Me inspira la adrenalina de hacer algo distinto", confiesa.

Con un mensaje claro, invita a no rendirse ante las dificultades: "Que no nos limitemos, que lo intentemos, que escuchemos esa voz interior y hagamos oídos sordos a lo que no aporta. Todo es posible si la mente lo cree".